El reto del destino by A. R. Luna

El reto del destino by A. R. Luna

autor:A. R. Luna
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2019-09-07T22:00:00+00:00


2019 España

Tibeth continua en la sala de espera, pues aguarda a que Niah aparezca y le cuente como se encuentra Alba. No le gustan los hospitales y menos en esas circunstancias. Por fin aparece a la vez que el doctor.

—Doctor, ella es la hermana de la paciente, dígale la información yo me voy a verla.

Sin esperar respuesta y con toda la premura, se dirigió a ver a la persona que tanto amaba. Verla así tan débil y con toda esa maquinaria le rompió el corazón, pero al escucharla se sentía más animada. Seguro ver a sus seres amados le ayudó.

—Amor mío, gracias por dejar entrar a Niah.

—Ah, pero, ¿tenía opción?

Alba ríe mientras lo abraza.

—¿Te han dicho si el bebé está bien?

—El bebe está bien y dicen que va a ser una niña.

El comentario le causa gracia. —¿Por qué te gusta inventar tanto?, ¿De verdad crees que es una niña?

—Si amor, estoy seguro de ello. Y la vamos a ver crecer juntos tu y yo.

—Nuestra hija...

El tiempo permitido transcurrió demasiado deprisa y una enfermera le indicó que debían cambiarla y que debía esperar fuera. Se despidió de ella con un largo abrazo, asegurándole que estaría fuera toda la noche, por si lo llegara a necesitar en cualquier momento.

Al salir por la puerta, dirección de nuevo a la salita a encontrarse con su cuñada, se sentía con más ánimo. Todo iba a estar bien. Alba se pondrá perfecta y juntos formarían una gran familia viendo a su hija Nebet crecer. Al girar la esquina y observar de lejos la salita, pudo ver a Niah derrumbándose en una silla, sollozando en silencio.

—Niah, ¿pero qué sucede?

Ella no responde y no logra alzar la mirada. —Niah me asustas que ocurre

Solo se logra escuchar y entender unas palabras.¨El doctor¨

—Niah que dice el doctor. Por favor tranquilízate y dime que te ha dicho el doctor.

Levanto una mirada de terrible tristeza, sin la acostumbrada vida y brillo de su mirada.

—Tiene una extraña enfermedad. Podrán extender su vida lo justo para que el feto crezca lo suficiente como para sobrevivir, pero no más.

El mundo entero calló a los pies de Tibeth y su vista se nublo, cayendo al suelo sin importarte si se fracturaba la cabeza para siempre.

—No es posible, no es posible. No es posible. Ella no puede enterarse, no le diremos, buscaremos otros médicos, otro hospital, encontraremos la manera.

—Ella ya lo sabía, incluso antes de tú entrar Tibeth.

¨Por dios, ella ya sabía lo que le sucedía cuando la fui a ver y mantuvo la total compostura, para pasar un rato agradable conmigo¨. Sus lágrimas caían sin control. El mundo podía llegar a su fin en ese momento y no le hubiera importado en absoluto.

En toda la noche ninguno de los dos pegó ojo y solo estuvieron esperando las horas pasar, hasta volverla a ver. Tibeth hubiera forzado para entrar hasta conseguirlo, pero le indicaron que la habían vuelto a sedar para que pudiera descansar la noche.

Por la mañana, mientras esperaban poder entrar a verla, la vieron aparecer. No era un semblante triste, solo controlado e intentado dibujar una sonrisa en todo momento.



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